Hay tres espacios vitales en el cosmos:
el mar, donde nadan los peces que no hablan,
la tierra, donde viven los animales que gritan,
el cielo, donde vuelan las aves que cantan.
El hombre participa de esos tres espacios:
de la profundidad del mar, del peso de la tierra,
de la inmensidad del cielo.
Y le pertenecen el callar, gritar y cantar.
Pero el hombre privado de trascendencia,
solo queda facultado para gritar.
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