Porque hay dias aca y alla, con teclados sin tildes ni enies y cosas para contar y mostrar. Because there are days here and there, with english keyboard and things to tell and to show
viernes, 24 de enero de 2014
miércoles, 22 de enero de 2014
sábado, 18 de enero de 2014
Everything
lunes, 13 de enero de 2014
H.M.V. El País
Esto es un duelo para todo el teatro nacional. La desaparición de Héctor Manuel Vidal, que murió ayer en Montevideo a los 70 años, supone la pérdida de uno de los mayores talentos de la puesta en escena de las últimas cuatro décadas en el país.
Vidal había nacido en Las Piedras en agosto de 1943 y estudió arte escénico en la escuela de Club de Teatro, grupo en el que trabajó como actor en más de cuarenta obras. Su primer papel protagónico lo tuvo en Papas fritas con todo del inglés Arnold Wesker, dirigido por Antonio Larreta, donde mostraba el vigoroso temperamento que luego lo acompañaría en el resto de su carrera, y también en la vida.
Durante esa etapa juvenil, llegó a debutar como director a los 26 años con La víspera del deguello de Jorge Díaz, que fue casi un trabajo interno, como un ejercicio de taller. Pero su verdadero comienzo en la faena de dirección fue en 1974, cuando puso en escena una formidable versión de Wozzeck de Georg Büchner, en El Tinglado, en un momento de virtual oscurecimiento del teatro local, ante un público escaso y sin mayor resonancia. Pero aquella versión de Wozzeck era no solo un ejemplo de fuerza dramática sino un anuncio de los destellos de la trayectoria que vendría.
Lo que vino a continuación, a partir de Rinocerontes de Eugene Ionesco, confirmaría esa promesa inicial, demostrando que Vidal poseía dos talentos que no se dan con frecuencia: la posibilidad de despejar las ideas que contiene un texto, de manera que lleguen de manera clara a la cabeza del espectador, y la certeza para elegir una pieza y un tema para llevar a su público los contenidos que conviene divulgar según la circunstancia que está viviendo en cada momento la sociedad que recibe ese espectáculo.
Eso era la prueba de la lucidez con que Vidal encaró toda su carrera, por encima de factores estéticos o dramáticos. Era, y fue hasta el final de su trayectoria, la constancia de que entendía el teatro como un vehículo de transmisión de ideas y una herramienta para despabilar la conciencia de los demás. Esa posición puede ser definida como un modelo de rigor en el comportamiento de un director, lo cual permite ahora -en la perspectiva de tantos años- situar a Vidal como uno de los grandes ejemplos de exigencia y severidad en el teatro nacional. El repertorio que frecuentó confirma ese perfil ejemplar.
Interiores
El teatro que hizo no se originaba en el brillo formal ni en el despliegue visual sino en la inteligencia. Era capaz de desentrañar un texto hasta extraerle los significados medulares que contenía y enriquecer así la experiencia del espectador.
Ocurrió así con Galileo de Bertolt Brecht, que estrenó en 1983, en un momento decisivo de la transición de la dictadura uruguaya hacia la democracia, iluminando los sentidos de ese drama biográfico sobre un hombre aplastado por la tiranía ideológica de la Iglesia.
Esa gran producción fue luego llevada al Festival Internacional de Caracas, con un gran éxito y un reconocimiento que reforzó el prestigio de su director. Pero en una línea similar de manejo de las ideas, puso luego en escena Rompiendo códigos, una pieza británica de escaso atractivo exterior aunque preñada de trascendencia, sobre la peripecia de Alan Turing, un genio que logró descifrar el código Enigma de las fuerzas armadas alemanas durante la guerra mundial, consiguiendo salvar con ello miles de vidas en la Batalla del Atlántico, para surgir luego como uno de los pioneros de la informática.
Ese personaje tenía importancia para la forma en que Vidal manejaba sus principios de ética, porque Turing sería más adelante crucificado por la Justicia inglesa a causa de su homosexualidad, y se levantaba entonces como un emblema contra la intolerancia. El espectáculo que armó tuvo en Montevideo un enorme éxito de público, llegó a las 300 funciones, obtuvo premios y recibió una lluvia de elogios. Era otra prueba de la lucidez y la severidad con que Vidal manejaba un material que no tenía porqué ser magistral, pero que ofrecía a un gran director la posibilidad de abrirlo por dentro para mostrar lo que podía ofrecer a su público.
El arco de posibilidades que Vidal podía abordar en sus labores era muy amplio, porque no excluía el humor, como quedó demostrado en sus montajes de La venganza de Don Mendo de Muñoz Seca o en Inodoro Pereira el renegau de Fontanarrosa. Pero en sus ejercicios mayores le permitió abordar por ejemplo Tierra de nadie de Harold Pinter, con la Comedia Nacional, revestido del despojamiento y la desnudez que pide el autor, como si toda su intensidad -que es descarnada- corriera por dentro, mientras exteriormente solo se producía un trámite quieto y casi descolorido.
En eso, Vidal no se equivocaba porque tenía una suerte de puntería indefinible para medir la potencia con que volcaba cada texto. Así ocurrió también con el juego interactivo de La boda de Brecht, donde el público participaba como invitado a ese casorio que se hamacaba entre la gracia costumbrista y el filo crítico a los hábitos burgueses y que se llevó a Buenos Aires donde obtuvo una notable respuesta del público. En sus períodos como director artístico del elenco oficial, Vidal hizo grandes cosas, como la coordinación del colosal montaje de Las mil y una noches o el mosaico de fragmentos de Shakespeare que fue una de sus últimas tareas.
Un hombre que nunca se apeó del enfoque cerebral de las obras que abordaba, y nunca renunció al empleo de su sensibilidad como guía de un espectáculo, convirtió hace algunos años una pieza de la vejez de Lope de Vega, creada como un pasatiempo para sus nietos y titulada Gatomaaquia, en un delicioso juego escénico entre cuatro actores casi acrobáticos, envueltos en una levedad, una gracia y un encanto incomparables, como ejemplo del apogeo de la madurez de Vidal y una suma de su sabiduría para convertir un texto menor en la plataforma de una obra maestra en materia de dirección. La muerte de este creador se suma ahora a las pérdidas que ha sufrido el teatro uruguayo con la desaparición de gente como Federico Wolff, Atahualpa del Cioppo, Omar Grasso o Eduardo Schinca.
Este cronista tuvo hace unos días la buena suerte de llamar a Vidal por teléfono y que él lo atendiera, con la misma voz de siempre, vigorosa y llena de ánimo, como ejemplo de la guapeza que lo acompañó toda la vida. Ahora corresponde hacer llegar a su hija, y a la madre de esa hija que es Margarita Musto, la emoción de un periodista que admiró tanto al que acaba de morir, cuya partida empobrece tanto al arte nacional. Qué tristeza.
Unos y otros
domingo, 12 de enero de 2014
sábado, 11 de enero de 2014
Homenaje
sábado, 4 de enero de 2014
El Corsario Ballet
Primer Acto: El Naufragio
El Corsario Conrad y sus amigos Birbanto y Alí naufragan durante una tempestad y son varados en una playa del Mar Jónico. Medora, su amiga Gulnara y otras compañeras encuentran a los náufragos y Conrad se enamora inmediatamente de Medora. Pero aparece Lankedem, el vendedor de esclavas, y las toma prisioneras. El Corsario jura rescatarlas. En el mercado, Lankedem ha reunido a los Pachás para realizar una subasta de esclavas argelinas, palestinas y también a Medora y Gulnara. El Seid Pachá queda prendado de Gulnara y la compra. Lankedem había guardado a Medora para el final y cuando el Seid Pachá le ofrece todo el dinero que le queda por ella, aparece un forastero (que no es otro que Conrad disfrazado) y logra comprarla. Mientras, los amigos del Corsario toman prisionero a Lankedem y liberan a las muchachas, menos a Gulnara quien ya había sido llevada al palacio del Seid Pachá.
Segundo Acto: Los Piratas
En la caverna de los piratas Medora intenta persuadir a Conrad que abandone la vida de bandolero y deje libre a las prisioneras, pero Birbanto y sus amigos no están de acuerdo pues ellos ya pensaban venderlas y repartirse las ganancias. Se desata una pelea y Birbanto pacta con Lankedem para darle un somnífero a Conrad y así poder llevarse a Medora. El plan surte efecto y los dos se llevan a Medora mientras Conrad duerme.
Tercer Acto: El Palacio
El Seid Pachá está en su palacio rodeado de odaliscas que bailan para él. Llega Lankedem con una sorpresa: Medora, que baila tristemente pensando en Conrad pero se alegra luego al reencontrarse con su amiga Gulnara en el Jardín Animado.Conrad y sus amigos llegan al palacio disfrazados de peregrinos y logran liberar a Medora y Gulnara. Durante la fuga, el Corsario se entera de la traición de Birbanto y lo mata. Conrad, Medora, Alí y Gulnara parten en busca de la felicidad.
El Corsario
Lord Byron
«Todos los vicios, sin excluir los más monstruosos, se me atribuyen. Mi nombre, ilustre desde que mis antepasados ayudaron a Guillermo el Normando a conquistar el reino, fue deshonrado. Comprendí entonces que si lo que se murmuraba, insinuaba o susurraba, era cierto, yo era indigno de Inglaterra; pero siendo falso, Inglaterra es indigna de mí.»
Alturas del Machu Pichu
Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados. 385
Mírame desde el fondo de la tierra,
labrador, tejedor, pastor callado:
domador de guanacos tutelares:
albañil del andamio desafiado:
aguador de las lágrimas andinas: 390
joyero de los dedos machacados:
agricultor temblando en la semilla:
alfarero en tu greda derramado:
traed a la copa de esta nueva vida
vuestros viejos dolores enterrados. 395
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco,
decidme: aquí fui castigado,
porque la joya no brilló o la tierra
no entregó a tiempo la piedra o el grano:
señaladme la piedra en que caísteis 400
y la madera en que os crucificaron,
encendedme los viejos pedernales,
las viejas lámparas, los látigos pegados
a través de los siglos en las llagas
y las hachas de brillo ensangrentado. 405
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.
A través de la tierra juntad todos
los silenciosos labios derramados
y desde el fondo habladme toda esta larga noche,
como si yo estuviera con vosotros anclado, 410
contadme todo, cadena a cadena,
eslabón a eslabón, y paso a paso,
afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano,
como un río de rayos amarillos, 415
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares.
Dadme el silencio, el agua, la esperanza.
Dadme la lucha, el hierro, los volcanes. 420
Apagadme los cuerpos como imanes.
Acudid a mis venas y a mi boca.